Juan Arias es como un soplo de aire fresco; han pasado los años, desde que era el periodista más aguerrido de España, capaz de desafiar las jerarquías, y sigue siendo, ahora, como un niño grande al que el agua siempre ha rejuvenecido. Es abierto y generoso, está enamorado de la gente, de los árboles, de los bosques, de los niños; adora la vida, y eso se ve en su poesía, como se ha visto en sus libros y en sus crónicas, que siempre son de gente y de vida. Le conocí leyéndole, y le he seguido admirando como un hombre al que le gusta mirar las cosas claras. Y ahora lo contemplo, desde la lejanía, él en Brasil, yo en España, y me sigue conmoviendo su rabiosa actualidad y el candor y la fuerza de su poesía.